El Relicario de la Catedral
Al fondo del Aula Capitular, tras un dintel neoclásico, está la capilla de las reliquias, de forma circular, donde se abren tres grandes armarios que guardan las reliquias de la Catedral.
En sus puertas están representadas las escenas de la entrega de la reliquia de la Santa Espina por San Luís de Francia, la del Santo Cáliz (estuvo guardado en el armario central hasta 1916) y la de las demás reliquias de la Casa de Aragón por Alfonso V el Magnánimo. Son obra del pintor Miguel Parra.
“La Iglesia venera sólo las reliquias auténticas, porque nos acercan a la memoria de los Santos, cuyos cuerpos están destinados a resucitar gloriosamente; y conserva con respeto las históricas, por las tradiciones que testimonian, el recuerdo de las personas que las veneraron y también por el valor artístico”
La Catedral de Valencia tenía un verdadero tesoro de relicarios, muchos de ellos representando a los Santos de cuerpo entero o sólo el busto, pero la mayor parte de ellos fueron fundidos en el año 1812, en Mallorca, a donde se habían trasladado, junto con el retablo de plata y la custodia procesional gótica, con el fin de salvarlos de la rapacidad del ejército francés; todo ello se convirtió en monedas para pagar a las tropas que luchaban contra Napoleón. Pese a esta gran pérdida y a las sufridas en el saqueo de la Catedral el 21 de julio de 1936, se conservaron muchas reliquias, ahora guardadas en relicarios más modestos, y algunas piezas de orfebrería de gran valor histórico y artístico.
En el armario de la izquierda destacan las reliquias de San Juan de Ribera y de San Luís Bertrán (una mano que es la única parte de su cuerpo que se conserva íntegra); también hay otras de santos y beatos valencianos recientes.
El armario central custodia los relicarios de mayor valor histórico, pues estuvieron en las capillas de la corte itinerante de los reyes de Aragón, en Zaragoza, Barcelona y finalmente en el palacio real de Valencia, desde fueron llevadas a la Catedral en 1437 por orden de Alfonso V el Magnánimo; entre ellas una reliquia de la Vera Cruz, de gran tamaño y dispuesta en forma de cruz patriarcal y otra dentro de un precioso relicario gótico en forma de torre. De los antiguos bustos de plata sólo ha permanecido uno de gran belleza, del siglo XV, con la imagen de la Virgen María.
Dentro del armario de la derecha, entre una variada muestra de relicarios de pequeño tamaño, están las arquetas llamadas de las ágatas y de los Embriacchi, enviadas desde Roma con reliquias por el Papa Calixto III.